Primera capital de Brasil, es una metrópolis moderna, llena de historia y cultura. Su diversidad cultural está marcada por la mezcla de tradiciones aborígenes, europeas y africanas, las cuales se pueden apreciar en su gastronomía (algunos platos típicos son el acarajé, abará, moqueca), ritmos musicales (como el canbomblé) y artesanías. Resulta imperdible el carnaval con los tríos eléctricos, considerado uno de los mejores de Brasil.
El principal atractivo de la ciudad es el Pelourinho, casco antiguo declarado Patrimonio de la Humanidad por UNESCO. Consiste en un gran conjunto de construcciones coloniales, donde se destacan las casas de colores, conventos e iglesias (se dice que en Salvador hay 365 iglesias, una para cada día del año). Imperdible visitar la Iglesia de San Francisco (referente del barroco, repleta de oro y de detalles que vale la pena contemplar) y la Iglesia de Bonfim (típica postal con miles de cintas de colores en la reja de la entrada, donde locales y turistas las atan con tres nudos, uno para cada deseo que se pide).
Otros lugares muy interesantes para recorrer son el Mercado Modelo, el Farol de Barra, el Dique Tororó (con doce esculturas de Orixás de siete metros de altura, representando divinidades africanas) y la Casa del poeta Jorge Amado. Además, cuenta con playas muy lindas. Se destaca la Playa de Barra (la más concurrida debido a su ubicación), la de la Ribeira (una joyita en la ciudad baja con muchas opciones de gastronomía) y algunas un poco más alejadas como la de Itapua.
«Esta ciudad vibrante invita a quedarse para recorrer cada barrio, iglesia, museo y disfrutar de las playas. Pero también sirve como base para iniciar un recorrido por los lugares más lindos de Bahía.»